Este blog

[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

domingo, 30 de enero de 2011

día 1996. Doctorow. El carácter de Langley y su opinión de la policía

Langley lleva las finanzas de los dos hermanos. Por una parte, gasta en su coleccionismo; por otra trata de buscar entradas de dinero. Ha organizado un baile para un día a la semana en el salón grande, con té y galletas y copita de jerez a 25 centavos. La cosa funciona, hasta que se presenta un policía diciendo que es ilegal, pero que como son gente respetable podría hacer la vista gorda si hicieran una contribución semanal de 15%, no menos de 10 dólares, a su Liga de Beneficiarios de la Policía. Langley parece aceptar, pero habla de los gastos generales y le dice que no podrían ser más de 5 dólares. A partir de aquí copio (de las páginas 72 y 73).

*****

Oiga, señor Coller, si por mí fuera, le diría “trato hecho”. Pero yo también tengo mis gastos generales.
¿Que son...?
Mi sargento en la comisaría.
Ah, ya, me dijo Langley, ahí quería yo llegar.
Me hermano hablaba ahora con voz más áspera. Yo sabía que estaba jugando con aquel individuo. Pensé que me habría gustado llevarlo aparte y analizar la cuestión, pero él había puesto la directa. ¿De verdad pensaba, preguntó al agente, de verdad pensaba que los Collyer cederían a un sablazo del departamento de policía? Eso en mi idioma se llama extorsión. Así que si aquí hay alguien que está violando la ley, es usted.
El policía trató de interrumpirlo.
Se ha equivocado de puerta, agente, dijo Langley. Es usted un ladrón, ni más ni menos, usted y su sargento. Puedo respetar la delincuencia verdadera y audaz, pero no la corrupción taimada y lloriqueante de la gente de su calaña. Lo denunciaría a sus superiores si ellos no fueran de esa misma casta de pedigüeños miserables. Y ahora salga de nuestra propiedad, caballero. ¡Largo, largo de aquí!
El policía dijo: Tiene usted la lengua afilada, señor Coller. Pero si eso es lo que quiere, ya nos veremos.
Cuando el policía se dio media vuelta y bajó por la escalinata, Langley profirió a voz en cuello algo que no repetiré aquí y cerró de un portazo.
A causa del esfuerzo, Langley tuvo uno de sus ataques de tos. Resultaba angustioso oír esa tos estertórea, bronca, salida de los mismísimos pulmones. Fui a buscarle un vaso de agua a la cocina.
Cuando se calmó, le dije: Esa perorata no ha estado nada mal, Langley. Tenía cierta musicalidad,
He afirmado que ese hombre era una deshonra para el uniforme. Ahí me he equivocado. El uniforme es una deshonra.
El policía ha dicho que ya nos veríamos. ¿A qué se habrá referido?
¿Qué más da? Los policías son maleantes con placa. Cuando no están embolsándose un soborno, se dedican a moler a palos a la gente. Cuando se aburren, le pegan un tiro a alguien. Este es su país, Homer. Y para su mayor gloria, yo me he abrasado los pulmones.

E.L. Doctorow, Homer y Langley; traducción de Isabel Ferrer y Carlos Milla; ediciones Miscelánea; primera edición de abril de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario