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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

sábado, 19 de marzo de 2011

día 1977. “The Corrections”, de Jonathan Franzen, y el “Diario de una traducción”, de Ramón Buenaventura. (V)



DIARIO

Lo he intentado, de verdad, pero resumir estos pequeños capítulos del Diario de Buenaventura, además de un tarea casi imposible, de las de volverse locos, me parece que sería un atentado a los derechos humanos de cualquier persona lo bastante loca como para seguirme en esta serie.

Como además, esta vez sí escribo sobre un capítulo de la Novela (aquí sí he sido un héroe: solo dos extractos, y bien conjuntados, de un capítulo de 130 páginas), me limitaré a copiar y pegar solamente tres capítulos del diario. Enteritos.

Capítulo 17

Descubran ustedes las diferencias, por favor. Inglés:
His stomach heaved when he remembered the glistening wedges of browned whateverfish, the glaucous arcs of lipidy chips, the smell of scalp and deep-fry, or even just the words “Firth of Forth.”
Español:
El estómago se le revolvía al recordar aquellas grandes y resplandecientes porciones de cualquiera sabe qué pescado, las glaucas tiras de patas lipidosas, el olor a cuero cabelludo y a fritura, o incluso las palabras «Firth of Forth», nombre de un puente de ferrocarril sobre el estuario del Forth.
Pues sí, en efecto: en este caso, logré colar la explicación de Firth of Forth, que de otro modo habría dejado bastante perplejo al lector español, seguramente poco versado en la toponimia escocesa. Y también, sí, en efecto: me salté browned. Y más también, sí, en efecto: las comillas —“ ”— que utilizan los tipógrafos norteamericanos no son las mismas que utilizamos (o deberíamos) utilizar aquí —« »—. (Muchas veces, el traductor se ve obligado a eliminar parte de la información que acarrea el texto inglés, porque no hay manera elegante de conservarla en castellano —y puede importar más la elegancia que la exactitud—, pero, sobre todo, porque el escritor en lengua inglesa, abusando de sus vocabulario monosilábico y de su enjuta gramática, tiende al dato superfluo. Reconozco, no obstante, que la omisión de browned, en esta frase, no fue voluntaria).
Pero pronto purgué este pecadillo con las «espirales metálicas y cuadradas de placas antirrobo» («metallic squared spirals of antitheft badges»), de las cuales, cuenta el autor, están plagadas las aceras de Manhattan, y se le van pegando a uno a las suelas de los zapatos, según anda. ¿Existe aquí semejante artilugio? Pues mire usted por dónde: sí, existe. Yo no lo había visto en mi vida, pero, de pronto, empezaron a florecer en todas las tiendas donde me metía a averiguar: son unos rectángulos de cartón que en una cara llevan algo parecido a un circuito impreso (cuyo trazado podría considerarse espiral) y en la otra una poderosa capa de pegamento. Y que, claro, arrojados al suelo por el comprador, al salir de la tienda, pueden comportarse como pedazos de chicle bien masticado. La combinación adelanto-técnico/oh,-Dios-mío,-todo-corre-peligro,-tengo-que-protegerme puede acabar con la cultura occidental

Capítulo 18
De pronto nos encontramos con «the Saturday half of the Sunday Times», la mitad sabatina del Times dominical. Es una peculiaridad a que se atiene la distribución del Times en Nueva York: parte de la edición dominical se distribuye con el ejemplar del sábado. Es decir: «la mitad del Times del domingo que se entrega los sábados». En traducciones a otros idiomas se omitió este detalle; que, por otra parte, tampoco tiene importancia alguna, pero que el traductor debe respetar, aunque no entienda por qué se molesta el autor en precisar semejante dato.
Una pieza en la que tropezamos todos los traductores, en cambio, fue ésta, cierre de una larga pintura de ambiente pueblerino estadounidense: «And orange and yellow plastic pennants shivering overhead on guys».  Difícil de entender, ¿verdad? ¿Qué hacen esos guys (las más de las veces, tíos, chicos, gente) con los gallardetes de plástico por encima? ¿Qué rara construcción es ésa, con toda la pinta de faltarle un the antes de guys...? Ya sé: el error es lelo, pero considere el lector cuánto engaña la frase, por lo aparentemente obvio de su sentido: es de una lógica apabullante que los gallardetes tremolen al viento, sobre las cabezas de la gente. Una imagen estupenda, que, para colmo, cerraba con primor el párrafo. La lástima es que el original no dice eso, porque guy, aquí, vale por guy rope, es decir cable tensor o viento. Es decir: «Y los gallardetes de plástico de color naranja y amarillo, tremolando en lo alto, sujetos por cables tensores». Uf. Mucho más feo que la traducción equivocada, desde luego; pero así es la vida del honrado truchimán.
El problema siguiente es evangélico y se da con frecuencia: las citas no coinciden a la perfección, porque las versiones tradicionales de los Testamentos al inglés y al español están hechas con criterios diferentes. Donde The Corrections dice «If thy right hand offend thee, Jesus said, cut it off», Las correcciones tendrá que decir: «Si tu mano derecha te ofende [o escandaliza: las versiones varían], dijo Jesús, córtala y arrójala de ti». Lo de menos, desde luego, es averiguar a qué Evangelio corresponde la cita, porque el autor no se molesta en decírnoslo; pero vaya el dato, en plan exhibición: Mateo, V, 29-30 (tarda uno tres o cuatro segundos en localizar una referencia así en internet, claro).

Capítulo 19
«Years after the Soo Line and Great Northern and Rock Island had stranded dead and dying towns all across the northern Plains, then, the Midpac had persisted in running short semiweekly or even biweekly trains through places like Alvin and Pisgah Creek, New Chartres and West Centerville». Midpac es el nombre abreviado de una compañía de ferrocarril, la Midland Pacific Railroad. Pero ¿qué significa semiweekly y, sobre todo, en qué se distingue de biweekly? Según Webster, semiweekly (término raro) significa ‘que ocurre dos veces por semana’, y biweekly es su sinónimo, en primera acepción, aunque en segunda pueda significar ‘que ocurre cada dos semanas’, es decir, quincenalmente. El hecho de que ambas palabras se sucedan en el texto debería haber bastado para indicar a los traductores que el autor no las utilizaba como seudónimos, pero el caso es que hubo consultas perplejas sobre el asunto. Y la verdad es que tampoco el castellano puede presumir de mucha claridad al respecto: bisemanal, en DRAE, es
1. adj. Que se hace u ocurre dos veces por semana.
2. adj. Que se hace u ocurre cada dos semanas.
Por otra parte, tampoco entendemos muy bien que la distinción se ofrezca entre servicios «dos veces por semana» y «servicios quincenales», eliminando «una vez por semana». Pero así está en el original, y así hemos de dejarlo.
Y seguimos con los trenes: «The Midland Pacific Railroad (…) had served hundreds of one-elevator towns in west Kansas (…)». En muchos y pequeños trocitos habrá de partirse el coco el traductor para comprender que estas ciudades de un ascensor o elevador son ciudades de pequeña relevancia agrícola, que sólo tienen un silo para cereales (porque elevator, aquí, ha de entenderse por grain-elevator). Consuélense ustedes pensando que pregunté a varios indígenas norteamericanos y sólo uno de ellos entendió la frase, sin mucha seguridad. No quedó más remedio que acudir al autor. 





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NOVELA

El tercer capítulo o sección, CUANTO MÁS LO PENSABA, MÁS SE ENFADABA, pp. 183-315, es el turno de Gary Lambert y es una obra maestra para conocerle a él, a su familia propia, la relación con sus padres y con Denise (Chip está ausente) y para explicitar todos los temas importantes (salvo Chip) de este drama. Es casi una versión sinfónica que recoge los temas principales, convirtiéndolos a veces en subtemas, añadiéndoles algún adorno muy bien traído: por ejemplo, la necesaria escena del que presenta una venta de acciones, habiendo usurpado la patente de Alfred, muestra el capitalismo rampante y de éxito de ese momentos, pero también, por la imposibilidad de Gary de conseguir más acciones, cómo las acciones del “libre” mercado son cartas marcadas por tahúres.

Los espacios-tiempo son claros y lineales (los flashbacks solo aparecen cuando son absolutamente necesarios: la mente de Gary, en su casa, con descripción de lo que está haciendo el resto de la familia (su mujer Carolaine y sus tres hijos: Aaron, Caleb y Jonah), 14 páginas de conferencia con Enid y Albert. Se acuesta y la última discusión con Al (por teléfono), le lleva hacia atrás, a St. Jude. Al despertar, discusión con Carolaine (por las navidades en St. Jude), que termina con un «¡Vamos a romper por un viaje a St. Jude! [2ª subsección] En un hotel, primer paso del show itinerante para venta de acciones del nuevo producto de Eberle, acompañado de Denise. Un inciso (pp. 265-270) de la guerra doméstica Gary-Caroline. Se vuelve al salón y Gary discute con Denise mientras de fondo sigue el Circo financiero. Vuelta a casa de Gary, donde acosado y borracho, sale a podar el seto y se hiere. Se acuesta con la mano ensangrentada y a la mañana siguiente no se levanta de la cama, dispuesto a rendirse ante Carolaine.

Los temas de conflicto son:

-Carolaine es una manipuladora que quiere todo el poder o ninguno.
-Enid, que lleva 8 navidades en casa de Gary (nunca más de 48 horas), quiere celebrar lo que supone las “últimas” en St. Jude con sus hijos.
-Denise hace de mediadora, pero a Gary, en su casa, se lo están poniendo muy mal. La paz solo vendrá de que acepte que está deprimido (y por tanto sus ideas son las de un enfermo) y de que no vayan a St. Jude).
-Gary, que ese el único hijo de éxito, Vicepresidente del CenTrust, odia el espíritu a la antigua de su padre, lo que lo acerca a Enid; pero también le cae mal su madre. Quiere que vendan la patente por una millonada y no por los 5.000 dólares ofrecidos, y que vendan la casa mientras el mercado esté al alza (y se vayan con el dinero a un apartamento de una colonia de viejos). Albert no acepta lo primero; Enid no lo segundo.
-El fármaco de las acciones está en pruebas y podría ayudar a Albert: tendrían que traérselo a Filadelfia: Denise acepta encargarse de todo, porque Gary se niega.
-La tensión familiar que vive, lo están convirtiendo en alcohólico.
-La tensión que mantiene el enfrentamiento es la sexual: Gary ama enloquecidamente a Caroline: no puede plantearse la separación aunque sabe lo manipuladora que es. Ama a sus hijos, pero los dos mayores ya habían sido comprados y, el día del seto, descubre que también el pequeño. Solo puede hacer el amor con ella. Los dos extractos que pongo del largo capítulo lo revelan. El primero (pp. 243-44) revela también la capacidad de Franzen para abordar “lo complejo”. El segundo (293-94) revela la incapacidad de Gary de vivir fuera del mundo de su propia familia, en el que durante años había creído realmente. El extracto se produce después de haber reconocido que todas las semanas recibía la mirada de entrega de unas 10 jóvenes.

«–Estás deprimido –dijo ella–, y quiero que vuelvas a mí. Estoy harta de vivir con un anciano deprimido.
Gary, por su parte, quería que volviese a él la Caroline que solo unas noches antes se le había abrazado vigorosamente en la cama, al estallar una fuerte tormenta. La Caroline que se le echaba en los brazos nada más entrar en la habitación. LA chica casi huérfana cuyo más ferviente deseo era jugar en su equipo.
Pero también era cierto que siempre le había gustado mucho lo dura que podía ser, lo poco que se parecía a los Lambert, la escasa comprensión que manifestaba hacia su familia. A lo largo de los años había ido recogiendo ciertas observaciones hechas por ella, en una especie de Decálogo Personal, Las Diez Mejores Frases de Caroline, y solía utilizar esa recopilación para reforzar sus propias actitudes y añadirles sustancia:
1.      No te pareces en nada a tu padre.
2.      No tienes que pedir perdón por comprarte un BMW.
3.      Tu padre abusa emocionalmente de tu madre.
4.      Me gusta el sabor de tu semen.
5.      El trabajo es la droga que echó a perder la vida de tu padre.
6.      ¡Vamos a comprar las dos cosas!
7.      Tu familia tiene una relación patológica con la comida.
8.      Eres un hombre increíblemente guapo.
9.      Denise está celosa de lo que tienes.
10.  No hay absolutamente nada útil en el sufrimiento.

Llevaba años y años suscribiendo ese credo, se había sentido deudor de Caroline por cada una de las frases, y ahora empezaba a preguntarse qué era lo que había de cierto en ellas. Quizá nada.»


«Se le ocurrió pensar a Gary, mientras la joven planificadora inmobiliaria se apoyaba en él para permitir que un amasijo de asfixiante humanidad abandonase el ascensor, mientras la chica apretaba la alheñada cabeza contra sus costilla, con más intimidad de la rigurosamente necesaria, que otra de las razones por las que había guardado a Caroline durante los veinte años que levaban casados era el crecimiento permanente de su aversión al contacto físico con otros seres humanos. Desde luego que estaba enamorado de la fidelidad; desde luego que la adhesión a los principios le producía subidas eróticas; pero entre su cerebro y sus pelotas podía haber algún cable que estuviese soltándose, porque mientras desnudaba y violaba mentalmente a aquella pelirrojita, en lo que más pensaba era en lo atestado y lo poco desinfectado que hallaría el enclave de su infidelidad –un trastero de bacterias coliformes, algún establecimiento hotelero con semen seco en las paredes y en las colchas, el febrilgatopulgoso asiento trasero del adorable Volkswagen o del no menos adorable Plymouth que sin duda poseería ella, la moqueta de pared a pared, atiborrada de esporas, del juvenil apartamento cajita que tendría en Montgomeryville o en Conshohocken, todo ello supercaliente y subventilado y reminiscente de las verrugas genitales y de la clamidiasis, cada cual a su desagradable modo– y qué enorme trabajo le costaría respirar, qué asfixiante la carne de ella, qué sórdidos resultarían y qué condenados al fracaso los esfuerzos que él hiciera por no ser condescendiente.
Se emancipó del ascensor en el décimo sexto  y se llenó repetidamente los pulmones de aire acondicionado.»

Sinceramente, creo que todo el que piense que Franzen ha escrito sobre sexo, ha perdido la apuesta.

Jonathan Franzen, Las correciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004

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